viernes, 23 de diciembre de 2016

HISTORIA DE UNA VOCACIÓN: LA HERMANA MARÍA ELENA (II)

Entre los documentos personales de la hermana María Elena, encontré unos escritos autobiográficos que narran diversas épocas de su vida. Reproduzco, a continuación, cómo describe su vocación y vivencia en la Congregación.


María Elena vestida para acudir a un
Baile de disfraces. 1947
" Mis años de jovenzuela los pasé muy bien, todo me hacía feliz y con cualquier cosa hacía fiesta. Tuve muchos pretendientes y, por donde iba me admiraban; fui muy guapa en estilo sencillo, pues no me pintaba, pero era muy coquetuela y simpática y Dios siempre estuvo conmigo ( sin darme yo cuenta ). Jamás ningún chico se mostró descortés, a pesar de tratarlos a todos por igual; cada uno tenía su encanto, pero por ninguno me decidía.
 
En mi corazón sentía como un vacío. Mi vida espiritual era fría, cumplía por cumplir, por rutina hasta que un día recibí una invitación para una conferencia que daba Don Javier Echenique (Secretario General de Miniones). Fui y me encantó; Dios dio el primer toque a mi alma.  Pasado el verano, sentía una gran ansiedad por encontrar algo que llenara mi sensación de vacío y la necesidad de encontrar algo que llenara ese vacío que en mi alma sentía. Pensé en hacer Ejercicios y aproveché la tanda que daba en Las Rozas Don Javier Echenique del 25 de febrero al 2 de marzo de 1950 ( contaba en esas fechas 22 años de edad).


 
Desde ese momento mi vida dio un cambio; decidí dejarlo todo y el día 30 de junio de 1950 ingresé en las Misioneras de Jesús, María y José, donde Dios se volcó y lo sentí plenamente en el Calvario y en el Tábor. En marzo de 1955 hice mi Profesión.
 
 Allí, en el Puente de Toledo, primero, recorriendo todos los pueblos de la provincia de Madrid, después, y, más tarde, abriendo casas en Marruecos, fui totalmente feliz. Jamás me ocurrió  pensar en otra clase de vida. Fui monjita casi nueve años, la mayoría de los cuales en el Puente de Toledo (Plaza de la Concepción, nº 1), donde me entregué totalmente a mi ideal: "Darme toda a todos para ganar a todos para Jesucristo". 
Desde entonces, hasta hoy, he procurado vivir siendo fiel a esas dos máximas que presidieron mis Votos Perpetuos:
"Mi vivir es Cristo y morir por Él es mi ganancia".
"¿Vos lo queréis, Dios mío? ¡ Yo lo amo; hágase !
 

Hermana María Elena en su Profesión. 1955.
A fin de poder atender a tantas personas necesitadas estudié y me diplomé en Enfermería y Medicina y Cirugía. También estuve en Francia y en Marruecos. Fui con otra hermana a Tánger para abrir una casa y Dios se volcó. He visto milagros, Dios los ha hecho en todos los tiempos...y entre risas y lágrimas de dolor y de Amor, fui  feliz, muy feliz. Aquella casa en Tánger se abrió, como las otras, porque Dios es inmenso y hay buena gente en el mundo. Entre todos hicimos una realidad para las Misioneras.
Es asombroso cómo son los caminos y designios de Dios. Cuando llegamos a Tánger nos encontramos solas, sin dinero y sin contacto alguno allí. Un español exiliado tuvo conocimiento de nuestra presencia en la ciudad y salió a nuestro encuentro. Nos recibió con gran amabilidad y nos ofreció una churrería de su  propiedad como refugio y casa. Se trataba, nada menos, que de Don Josep Andreu i Abelló quien durante la guerra civil, como Presidente de la Audiencia Territorial de Barcelona y del Tribunal de Casación, había condenado a la pena de muerte a mi padre. (Afortunadamente, mi padre fue liberado de la prisión en Mataró tras varios meses de espera de la ejecución). Nunca olvidaré lo vivido en Tánger.
 
Después, fui Maestra de postulantes; también estuve dirigiendo el Hogar Sacerdotal de Los Molinos, desde donde me salí de la Congregación, para seguir siendo de Dios, pero por otros caminos."
 
De izquierda a derecha: Hª Pilar, Hª Victoria, Maria Luisa Coig, Hª María Elena, Hª Marciana, Hª Amparo y
Hª Dolores.